refugio en Mina María Luisa

La Sierra de Aracena está bien provista de un valioso patrimonio industrial de los siglos XIX y XX, si bien en franco estado de abandono. El triste destino de estos edificios va íntimamente ligado a su fin, una vez concluida su vida económica sólo les aguarda el paso inexorable del tiempo. Su preservación como valor requiere de una concepción integradora que desborde los límites del conservacionismo.

Devolver una utilidad real y sostenible en el tiempo a estas edificaciones no sólo detiene su declive, salvaguardando un capítulo indispensable, sino que devuelve al edificio su función original: la generación de riqueza. Por este motivo, al afrontar el reto planteado por el concurso Inspiration Hotel no dudamos en escoger un edificio industrial emblemático de la Sierra como escenario de la propuesta. Nos movía un compromiso profesional y personal con la rehabilitación, que es hoy más un deber que una opción.

No tardamos en decantarnos por escoger emplazamiento, un lugar tan desconocido como fascinante. Quien viaje por la carretera a Badajoz, justo antes de llegar a La Nava, quizá haya sentido el mismo extrañamiento cuando por vez primera, tras bordear un monte, se topa sin previo aviso con este extraño artefacto, posado en la ladera como venido desde otro lugar, otro tiempo.

Es la Mina María Luisa, otrora un bullicioso centro de explotación del mineral de cobre y hierro. Cuando la extracción dejó de ser rentable el destino del edificio quedó sellado. Abandonado sin solución de continuidad, se cuenta que los suelos quedaron empapelados con los planos que los técnicos dejaron atrás. El complejo sufre el estigma añadido de pertenecer a un periodo, la segunda mitad del siglo XX, por lo general poco apreciado. Pero quien se tome algo de tiempo en estudiar su arquitectura no tardará en reconocer los méritos de una edificación atípica.

Las fotografías de época, generosamente aportadas por la Asociación Lieva, nos retrotraen a unas instalaciones con dimensiones de aldea, de una escala muy superior a lo que la propia ruina sugería. Pues el tiempo y la construcción de la nueva carretera redujeron notablemente el complejo, que apenas conserva la estructura de muros y pilares y parte de la cubierta. Las naves principales, rotundas, austeras, aún no vencidas, junto con las dos torres que las flanquean, son testigo perenne de tiempos de mayor esplendor.

El edificio, construido en la ladera junto al cauce del Río Múrtiga, orienta sus vistas a la profundidad del valle poblado de bosques de ribera. Por su configuración y ubicación la ruina resultaba idónea para acoger el refugio creativo para artistas que el concurso Inspiration Hotel invitaba a imaginar. Pese a estar sometidos a restricciones espaciales cualquier duda se disipó con el avance de la propuesta. Con toda naturalidad, según el edificio se revelaba, iba apuntando las claves de la intervención. Como movidas por un canastero que urde el mimbre, las piezas encuentran su cobijo entre las guías del edificio. Cada espacio parecía llevar implícito en forma, dimensión y carácter los usos esperados por el programa del concurso.

Abordar una propuesta de la ambición de Mimbres libres invitaba a actuar desde esquemas organizativos sencillos. De este modo el proyecto se explica en apenas tres claves. La primera está en el escalonamiento, rasgo definitorio, las piezas o mimbres se montan así unas sobre otras en orientación hacia el valle. La segunda es la división en dos naves, la menor, con un espléndido pórtico de hormigón original, resulta idónea para ubicar todos los espacios de uso comunitario, en un continuum espacial que abarca desde la galería hasta el lobby del hotel. Los estudios, en los que residen los artistas, ocupan el espacio de la nave mayor y la antigua escalera central. Frente a una distribución más regular, se dota de carácter propio a cada estudio según su habitante: los artistas plásticos cuentan con los más luminosos, los músicos con los más espaciosos y los escritores con los más propicios al recogimiento. Su agrupación produce patios y terrazas con vistas al valle que prestan un nuevo nivel adicional de socialización espontánea. La tercera de las claves la propician las torretas, que quedan reservadas para los espacios de mayor recogimiento. Al sur, la biblioteca, con una pequeña sala de proyección y otra de lectura en la atalaya superior. Al norte, la sala de silencio, una secuencia de espacios, de luz y oscuridad, que predispone a la abstracción.

Recuperar la vida de un edificio ofrece asimismo la oportunidad para retomar modos de vida desde una nueva perspectiva. La proximidad de la ribera del Múrtiga, donde se puede cultivar el mimbre, brinda la posibilidad de retomar el noble oficio popular de la cestería, que en asociación con el espíritu inventivo de los artistas y diseñadores visitantes abre una ventana de interacción creativa tanto en objetos únicos como para otros de uso cotidiano (lámparas, mobiliario, utensilios domésticos…). La sinergia resultante de la reinvención de un lugar y de un sustento, apoyada sobre una buena gestión y un producto de calidad, ofrece una vía de futuro viable y muy necesaria ante el importante reto de la fijación de población.

En la actualidad, las conexiones entre diseño y artesanía popular están dando frutos de gran valor, siendo objeto de reconocimiento internacional por su trasfondo social y el compromiso con el comercio justo. La impronta de esta convicción queda marcada en el edificio, hasta el punto que la propia cubierta es una extensión del cultivo del mimbre. Sus coloridas cosechas, de ocres carmesíes, no sólo distinguen las naves en la distancia, sino que convierten la cubierta vegetal en un espacio vividero y productivo a un tiempo. Por otra parte, la excelente accesibilidad del edificio, permite que el resultado de la producción sea expuesto fácilmente en la galería acristalada del nivel inferior.

Lo aquí expuesto no deja de ser un ejercicio teórico, pero no hay nada en él que no sea viable. El esquema aquí propuesto es una muestra perfectamente exportable y ajustable en escala de lo que podría alcanzarse si la administración, la iniciativa privada y nuestro espléndido patrimonio se pusieran al servicio de una función social sensible a la tradición, la vanguardia, la economía con compromiso y la cultura.