casa dosmaestros

Esta casa en esquina se encuentra en la parte alta de Cortelazor. En su parcela existía una vivienda obsolescente que se ha procurado preservar en lo posible, desde la conservación de los muros portantes a la estructura de madera de la cubierta. La actuación se trata de una variación sobre la práctica local del remonte de viviendas. Donde en lugar de ampliar en el plano horizontal, por apilamiento, se hace en el vertical, por contigüidad.

En su imagen exterior la vivienda se funde con la costumbre de huecos pequeños e irregulares de las calles aledañas, con aperturas que proveen de luz y vistas a la profundidad del paisaje de Cortelazor y sus montes.

Partiendo desde la intrincada relación de estancias a distintas alturas del inmueble original, se opta por una clarificación del espacio, que queda unificado en un mismo volumen que optimiza las limitaciones urbanísticas del lugar. Tanto es así que únicamente los baños y armarios menores se separan mediante particiones. Esta decisión amplifica los 57m² construidos en planta, percibidos con tan solo cruzar el dintel de la vivienda.

Bajo un forjado de maderas recuperadas se muestra la sala principal que reúne cocina, salón y comedor. Pasada la primera crujía, se descubre la vocación de continuidad en la casa, pues es aquí donde la doble altura deja entrever el dormitorio de la planta superior. Una sencilla estrategia que torna las angosturas originales en amplitud y luminosidad.

La altura de los muros obliga a establecer diferencias en los planos de cerramiento, para así evitar un exceso de monotonía. Esto se logra enfatizando el cambio de material que se produce al construir sobre el inmueble original con muros capuchinos. Dejando, asimismo, nuevas trazas de la casa ampliada.

El empleo de esta solución para los muros de carga resulta una innovación en la Sierra de Aracena. Al igual que en otros proyectos, se desdobla el muro de carga colocando el material aislante intermedio. Una solución que optimiza recursos, más si cabe cuando la cara interior permanece sin revestir, incorporando así la cara rugosa e irregular del ladrillo perforado a una paleta que redefine la rusticidad en nuestro tiempo. Sumado a la teja, la baldosa de barro artesanal, las puertas de castaño y el blanco, configuran los elementos base sobre los que leer la tradición en clave actual.