
casa alondra
«El hombre quería una casa, un lugar cálido, confortable, primero con el
calor físico, luego con el calor de los afectos.»
Walden, Henry David Thoreau
La historia de este lugar, como siempre por estos lares, se remonta muy atrás. No disponemos de datos concretos sobre sus orígenes, pero sí sabemos que cuando esta zona de Galaroza se urbaniza, en el cambio del XIX al XX, se dedica en primera instancia a almacenes y talleres. Pues la huerta frutícola y la carpintería han sido dos pilares de la economía local. Es así que sobre este solar se alzó un sencillo zarzo, una típica construcción rural dedicada al secado de la castaña y la nuez.
Ubicado en las laderas del Cerro de Santa Brígida, que ya entonces era centro geográfico y sustento espiritual de la localidad, el zarzo gozaba de una excelente localización para el desempeño de sus funciones. Tanto por la ventilación que le otorga el alto del cerro como por su accesibilidad para sus dueños y el reparto de sus frutos. Es precisamente su propósito productivo el que le otorga la característica parquedad a su fachada, compuesta tan solo de una tapia blanqueada con dos accesos.
Como es sabido, nuestro estudio se ubica desde 2012 en Galaroza, así que cuando en 2019 lanzamos el programa ‘casas a medida’, este inmueble, cuya disponibilidad conocíamos, fue de los primeros que incorporamos. Este programa, que operó durante más de 5 años, tenía por propósito la búsqueda de inmuebles obsolescentes pero con cualidades para ser relanzados, bajo una mirada renovada, a un público más amplio.
Para ello se necesitaba de un anteproyecto y un estudio económico preliminar, que elaborábamos sin coste para el propietario, pero, fundamentalmente, de reconocer al inmueble como un lugar con carácter y no como un producto, siguiendo la jerga inmobiliaria al uso. Desde Zufre a Almonaster incorporamos más de 20 inmuebles aplicando este modelo. A cada uno le dimos el nombre de un ave autóctona de la Sierra de Aracena, es así como surgió nuestra ‘serie aviar’. A este zarzo cachonero le correspondió el apelativo de ‘casa alondra’. Un nombre que terminó por arraigar.
Los anteproyectos creados para la ‘serie aviar’ siempre tuvieron carácter propositivo, con el objeto de aflorar el poder evocador de inmuebles que, de no haber intervenido, hubieran caído en el olvido, el abandono, la ruina y el reemplazo. La defensa de un patrimonio no expresamente protegido late con fuerza detrás de una iniciativa que tuvo una buena acogida. como prueban los varios proyectos que prosperaron gracias a este modelo, entre ellos casa alondra. La firme confianza puesta en este lugar se manifiesta no solo en el anteproyecto, sino en el collage y la maqueta que lo acompañaron. En ellos se aprecian ya las claves del proyecto que vendría a partir de 2021, cuando el zarzo y sus patios encontraron una familia decidida a crear aquí un acogedor hogar de serranía.
Bastó una primera visita para advertir las excepcionales cualidades espaciales y constructivas del lugar. Empezando por la rareza de encontrar una pieza construida prácticamente exenta en el casco urbano de Galaroza, donde, no lo olvidemos, los patios a fachada no están permitidos. Salvo en el caso de que existiesen previamente, lo cual es muy poco habitual. Esta particularidad ofrecía la posibilidad de una lectura transversal que ya los antiguos constructores habían dejado intuida. Constructores cuyo saber hacer permitió que el edificio llegase en buenas condiciones estructurales hasta nuestro tiempo. Ciertamente sorprende la buena factura del empedrado serrano, los tapiales, los forjados y de las tablillas del zarzo. Lo cual denota un esmero impropio en edificaciones productivas como esta.
Ya desde los primeros compases quedó claro que toda intervención en este lugar debía pasar por el reconocimiento de esa longitudinalidad y la cuidada preservación y puesta en valor de las excepcionales cualidades constructivas del zarzo.
Con los años habían aparecido construcciones auxiliares anejas al zarzo y a la tapia cuya utilidad decaía con el nuevo uso. No obstante, su existencia nos permitía reagrupar la edificabilidad para crear un cuerpo saliente hacia el patio de entrada que acogiese la cocina y permitiese dotar de carácter a lo que había sido un lugar de paso. Este espacio se significa al instalar un gran óculo que recibe al visitante exhibiendo la singularidad y diversidad de la parcela. Logrando asimismo una práctica interconexión entre patios para carga y descarga que podrá ser mejorada con la colocación de una escalera plegable, ya diseñada.
Sin duda la intervención más delicada fue la apertura longitudinal que entrega una muy ansiada interconexión entre el zarzo y sus patios. Lo cual exigió instalar sendos perfiles metálicos mediante una precisa y coordinada operación que preservó intactos los valiosos tapiales de la planta superior. De este modo, en condiciones de apertura, los patios delanteros y traseros quedaron ya unidos a través del antiguo zarzo. Favoreciendo así una muy necesaria y refrescante ventilación cruzada, al tiempo que se baña de una luz clara y llena el interior. Esta vocación de apertura impregna todo el diseño, con solo un aseo y armario gabanero como las dos únicas piezas tabicadas. La segmentación espacial viene más bien dada por el forjado intermedio, pues hasta el baño principal es abierto e integrado en la estancia.
fotografías ©Manolo Espaliú
El tour de force que supuso la rehabilitación de La Posada, cuyas últimas fases se ejecutaron íntegramente bajo los principios de la bio-construcción, proyecta sus enseñanzas sobre la rehabilitación de este zarzo. Pues, salvando inevitables refuerzos estructurales para la consolidación del edificio, hasta la menor de las decisiones se toma procurando la mínima huella ecológica.
Por motivos estructurales era preciso diseñar un edificio que fuese de la mayor ligereza. Es por este motivo que se prescindió de refuerzos de hormigón para los forjados y solo allí donde fue imprescindible, como en la solera del baño, se usó hormigón de cal armado con barras de fibra de vidrio. El resto del forjado intermedio se conservó íntegro, con la sola adición de un entarimado de madera. Siguiendo esta tónica la cubierta es liviana y se resuelve con rollizo y cañizo, al modo tradicional. Incluso contando con las placas de corcho expandido y la impermeabilización, logramos una carga muy semejante a la de la original teja vana.
Mención especial merece el uso exhaustivo del ladrillo de taco rústico, que adquiere en esta obra un singular protagonismo. Su sencillez no le resta versatilidad y es aquí empleado para resolver los muchos retos que una rehabilitación sensible plantea. Así, lo encontramos tanto en solerías, como escaleras, bancadas, la alberca, alfeizares o jambas de vanos. La configuración en damero nos permite un grado de adaptabilidad con el que resolver encuentros, estrechamientos o remates de índole diversa. Otra importante virtud es su buena combinación con el empedrado serrano, utilizado para reparar tramos originales y cubrir superficies exteriores.
La reparación de la mampostería original en planta baja y su encuentro con la planta superior invitaba a usar un mortero de cal que conservase la irregularidad del paramento. Este mismo mortero se termina con un enjalbegado coloreado para acercarse a los muros de tapial, logrando un continuo interior que contrasta con el impoluto encalado de tapias y fachadas. Dentro de esta paleta de revestimientos, el tadelakt usado en el baño principal no hace sino reforzar una decidida vocación por la autenticidad. Un élan que en este proyecto alcanza el punto de trabajar con una maestra alfarera local para el diseño de los lavamanos.
De nuevo la madera se emplea como recurso ubicuo, confiando, como siempre, en las manos expertas de los artesanos locales. La inspiración para su uso procede claramente del entablillado del zarzo, cuya modulación tomamos para revestir y panelar el aseo, la escalera y la cocina. Su presencia se refuerza con la elección de persianas de madera alicantinas motorizadas, de las que somos introductores en nuestra región. Persianas que regulan la luminosidad y protegen las carpinterías exteriores de madera, también elaboradas localmente.
El corral juega un papel importante en cuanto a la reutilización y el uso eficiente de los escasos recursos. Pues tanto la piedra como la madera obtenidas de la demolición encontraron acomodo posterior en el muro perimetral del patio —que también tuvo aportes de otra demolición cercana— y en el emparrado ubicado al este. La aparición de un antiguo y profundo pozo nos permitió, asimismo, la incorporación de un sistema de recogida de aguas pluviales procedentes de la cubierta. Agua que podrá ser utilizada tanto para riego como para rellenar la alberca, equipada con un sistema de fitodepuración.
Casa alondra no ha sido un proyecto rápido, porque así lo quisimos todos los intervinientes. La construcción moderna impone ritmos que en muchos casos son incompatibles con la calidad y la atención al detalle. No fue aquí el caso. Entendimos que el lugar imponía un ritmo propio, inherente, era claro que cada decisión debía ser meditada y tomada con sentido de altura, responsabilidad y, ante todo, permanencia.






arquitectos | inN arquitectura |
proyecto | Carlos Gómez Sos (arquitecto) |
dirección facultativa | Carlos Gómez Sos (dirección de obra) y Raúl Ruiz Castilleja (dirección de ejecución de obra) |
otros colaboradores / participantes | Brahim Chamssi (constructor), Santiago Fernández y Santiago Ortega (carpintería), Narciso Triano (electricidad), Aguantagua (biopiscina), David Barros (amueblamiento), Ana Escobar (lavamanos), Percortina S.L. y Persianas Urbión. |
fotografía | Manolo Espaliú |
localización | Galaroza |
sup. cons. | 97m² |
sup. parcela | 287m² |
sup. libre | 231m² |
plantas | baja y alta |
estancias | cocina-salón-comedor, aseo, armario, dormitorio con baño integrado |