estudios de arteventura

La paz que entregan los campos de dehesa del norte de Huelva fue la causa primera por la que arteventura eligió este paraje. Los estudios ocupan la parte central de un complejo cultural más amplio estructurado en torno al camino vertebrador de la finca. Su objeto es servir de refugio a los artistas que, venidos de distintas partes de Europa, practican aquí retiros creativos inmersos en la naturaleza.

Con esta premisa de partida los estudios debían equilibrarse entre dos funciones en aparencia opuestas: proteger la individualidad creativa y envolver al artista con el carácter del lugar. Este balance se logra partiendo desde la misma distribución de los estudios. Estos no se agrupan entre sí, sino que preservan un carácter propio, buscando que el cruce de miradas tenga que ser buscado y sutil. Aplica aquí el principio de autonomía variable.

Al estar ubicados justo donde las pendientes se pronuncian, la orientación es decididamente centrífuga. Los estudios, guardando una clara relación de continuidad, se dirigen hacia el paisaje circundante, buscando las vistas en profundidad del valle. Lejos de gestos formalistas la proyección de las terrazas por encima del terreno responde al balance intimidad-apropiación, creando un dominio intermedio entre el interior protegido y el vasto exterior. Abunda en el foco paisajístico que interiormente el diseño sea elemental, monacal si se quiere, reduciendo los elementos móviles a una mínima expresión.

Pero, al mismo tiempo, sería injusto esquematizar cada estudio en solipsistas tubos oculares. A la lectura longitudinal se superpone una transversal, a la vez funcional y morfológica. La cocina y el baño se localizan junto a la entrada, en la que se dispone otra terraza unida al paisaje, sin elementos mediadores. Es aquí donde el encuentro buscado se produce. La conexión directa a la cocina, la vincula a actividades relacionales, por tanto, permitiendo al artista el necesario distanciamiento de la obra, en contacto con otros y la finca de dehesa, para poder retornar a ella revitalizado.

La relación con el entorno se manifiesta a todos los niveles. Desde el punto de vista morfológico los estudios están parcialmente enterrados, apenas sobresaliendo la cubierta en su parte trasera. El objeto es conseguir un perfil plano, cercano al suelo, lo cual, unido a los tonos terrizos que aporta el mortero de cal y la disposición del frente menor hacia la cuenca visual, minimizan la visibilidad de las edificaciones.

Igualmente se consideraron las afecciones que la construcción y explotación pudieran ocasionar. En consecuencia, todas las instalaciones del complejo son autosuficientes, las fuentes tanto de agua como de electricidad proceden del mismo emplazamiento. Todo ello, unido a la calefacción de biomasa, anulan las emisiones de gases de efecto invernadero. En cuanto a diseño pasivo, el aislamieto de la totalidad de la envolvente reduce, asimismo, la demanda energética. El gran ventanal cumple a su vez una función de efecto galería en invierno, pero está protegido por el gran voladizo en verano. Desde el punto de vista constructivo, la elección del muro capuchino con aislamiento intermedio, redujo el aporte de materiales a una localización de acceso abrupto.